miércoles, 18 de abril de 2007

ACLAMACIÓN DESPUÉS DE LA CONSAGRACIÓN

"En la aclamación después de la Consagración, dice así el Misal de Pablo VI: Mysterium fidei (Misterio de fe). La liturgia "oficial" castellana traduce: Este es el sacramento de nuestra fe. No se tiene en cuenta que Cristo instituyó siete sacramentos, no sólo el sacramento de la Eucaristía. Tampoco se tiene en cuenta que la Eucaristía no se nos presenta tan sólo como sacramento (la Sagrada Comunión), SINO ANTE TODO COMO SACRIFICIO (La Santa Misa), y que el Sacrificio antecede al Sacramento: el Sacrificio del Altar (la Eucaristía como Sacrificio) nos trae el Sacramento de la Comunión (la Eucaristía como Sacramento), y no viceversa". (Daniel Boira. Revista Roma)
Podemos observar y constatar una vez más, estupefactos, cómo la traducción española es del todo libre respecto al texto latino. Y en esa libertad, además de incurrir en imprecisiones teológicas en el corazón mismo de la Misa, insiste en la ocultación del carácter sacrificial en favor del carácter sacramental, justo en el momento culmen en el que el sacerdote, mediante la consagración, ha ejercido de "sacrificador", renovando el misterio del Sacrificio de la Cruz. Por supuesto que esto no es fruto de la casualidad ni de la ignorancia. Es tan sólo una consecuencia de una teología de la Misa contruida toda ella en torno a la idea de banquete comunitario, relegando a un segundo plano aquél que debería ser el primero: la Misa como renovación incruenta del Sacrificio de Cristo.
¿Qué porcentaje de católicos tienen hoy en día la clara conciencia de estar asistiendo al Sacrficio de Cristo cuando participan en la Santa Misa?. No lo dudemos: una ínfima minoría.