domingo, 22 de abril de 2007

EL PREMIO DE LA GLORIA ETERNA

"En el Misal de Pablo VI, al final del embolismo que sigue al Pater noster, leemos:exspectantes beatam spem et adventum Salvatoris nostri Iesu Christi. La traducción "oficial" castellana dice: mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo. La omisión es grave, pues se ha prescindido de beatam spem, que, traducido, equivale a Bienaventuranza esperada. Se omite nada menos lo que debe anhelar todo fiel cristiano después de su muerte temporal: el premio de la gloria bienaventurada. La correcta traducción es: mientras anhelamos la bienaventuranza esperada y la venida de nuestro Salvador Jesucristo". (Daniel Boira. Revista Roma)
Realmente no alcanzamos a explicarnos tales abusos y corrupciones de traducción. Lo cierto es que en los últimos decenios la predicación acerca de las verdades últimas - los novísimos- brilla por su ausencia. La esperanza del cielo ha dejado de ser una fuente de inspiración para la vida de millones de católicos. Esperanza que da sentido al valor del sacrificio y de la entrega. Esperanza que anima al católico a empeñarse decididamente en el combate espiritual.
Curiosamente crece espantosamente el número de católicos que manifiestan serias dudas acerca de la escatología tal y como la Iglesia siempre la ha enseñado y propuesto a los fieles.
¿No es un escándalo toda esta poda de la verdades de la fe que se ha realizado en la liturgia oficial de la Iglesia?... ¿Y pretenden que nos callemos?. No, señores Obispos, lo sentimos, pero ya no vamos a callar más. Ustedes no son los dueños de la fe católica. Ustedes han de estar al servicio de la fe y no la fe al servicio de ustedes. ¡Basta ya!.