martes, 15 de mayo de 2007

CARTA DE SU SANTIDAD AL CARDENAL LEGADO

A Nuestro Venerable Hermano
Ángelo Sodano, Cardenal de la Santa Iglesia Romana,
Decano del Colegio de Cardenales
Hace noventa años, la celeste Reina de la Paz, para transmitir el auxilio divino y la promesa de una esperanza cierta de paz, apareció en Fátima a tres pastorcitos, llenos de espanto, mientras guardaban su rebaño. A su amparo han recurrido muchos fieles que en sus varios peligros se valen de su protección.
Al pedido, por tanto, del Venerable Hermano Antonio Augusto dos Santos Marto, Obispo de Leiría-Fátima, juntamente con la Conferencia Episcopal Potuguesa, de buena voluntad, pasados noventa años del inicio de las apariciones de la Beatísima Virgen María, enviamos un Legado Nuestro; función que te confiamos, a ti, Nuestro Venerable Hermano, Prelado fiel y meritorio en el servicio de la Iglesia e hijo devoto de la Inmaculada Virgen María. Nos has de sustituír ahí, presidirás las solemnes celebraciones, comunicarás a los presentes Nuestro saludo, y manifestarás Nuestra peculiar benevolencia y presencia en espíritu.
Recordamos bien la especial piedad y gratitud que tuvo para con la Madre de Dios, Juan Pablo II, Nuestro Predecesor de venerada memoria, que hace veinticinco años ahí agradeció el don de la conservación milagrosa de su vida a la Virgen María y exhortó a todos los fieles a seguir sus advertencias y pedidos.
Por eso Nos, que ya visitamos ese Santuario y, como Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, estudiamos el mensaje confiado por la Bienaventurada Virgen María a los pastores, deseamos que propongas nuevamente a los fieles el valor de la oración del santo rosario, así como este mensaje, para que se consigan los favores y gracias que la propia Madre del Redentor prometió a los devotos de su Inmaculado Corazón.
Mientras acompañamos tu legación con la oración y, juntamente con los creyentes de todo el mundo, imploramos especialmente de la Reina celeste la paz que sólo Cristo puede dar, te damos, en primer lugar a ti, Nuestro Venerable Hermano, Nuestra Bendición Apostólica, prenda de la gracia divina y testimonio de Nuestra especial solicitud, que transmitirás al Pastor de la amada Iglesia de Leiría-Fátima, y también a los otros obispos presentes, a los presbíteros, hombres y mujeres piadosos y todos los que paraticipen en las celebraciones sagradas.
Vaticano, 13 de Abril, del año de 2007, segundo de Nuestro Pontificado.
Benedicto XVI, Papa