sábado, 8 de septiembre de 2007

QUE SE APARTE BENEDICTO XVI

Que se aparte Benedicto XVI y ceda el paso a la sabiduría de estos curas de la diócesis de Santiago de Compostela que en la Hoja parroquial de su arciprestazgo han publicado el siguiente artículo. Un derroche de ciencia, un torrente de teología litúrgica y pastoral que sin duda cambiará desde ya el rumbo de las ciencias sagradas. Una bocanada de ortodoxia doctrinal y pastoral... ¿Pero cómo se le ocurre a Benedicto no haberles consultado? ¿Pero cómo se puede dejar en el olvido a semejantes celebridades? ¿Qué pesan los débiles argumentos de Benedicto ante estos pesos pesados de la investigación, del saber y del bien hacer? Admírense señores porque ponemos ante ustedes una pieza literaria que ni Cervantes... Qué estilo literario, qué dominio del lenguaje, qué presición y claridad de conceptos. Qué borrachera de saber... Admírense porque ante estos reverendos Benedicto XVI conoce tanto el Concilio como Adán y Eva el inglés. Atento el Nuncio que aquí hay cantera de mitras. No nos deje en las tinieblas del error en las que nos tiene sumidos el Papa Benedicto. Saque a la luz estas lumbreras compostelanas. A continuación la pieza del nuevo siglo de oro de las letras y de la ciencia teológica:
"El otro día un compañero sacerdote me enviaba un artículo que se titula “Para que volve a Misa en Latín” de Victorino Pérez Prieto y decía que nunca se eliminó de la Misa la lengua latina, pero que hay que entender que la misma es por y para la comunidad. La vuelta al rito tridentino es retroceder muchos años y por el otro lado es romper puentes en lo ecuménico. Seguía diciendo el mismo autor que este concepto de Eucaristía los fieles eran meros oyentes, el sacerdote se separaba del pueblo y de espaldas a los fieles y se usa una lengua sacra que no usa la gente.Esto es una vuelta atrás en la decisión tomada por Juan Pablo II en el año 1982 y nos vuelve a los seguidores de Lefebvre excomulgados en 1988. No es de extrañar que en amplios sectores de la Iglesia existe el temor de que tanto esfuerzo hecho desde el año de Concilio queden en nada. Primero tengo que decir que Jesús era un hombre de pueblo y de la gente. Si se expresaba en párabolas era para que la gente lo entendiera, cuando nos enseñó la oración de Padre Nuestro era y es para enseñarnos la cercanía con Dios. Cuando el templo se rasgó en dos y el lugar más sagrado quedó al descubierto significa que el tiempo del A.T. y su concepción estaban obsoletas y en difinitiva Cristo Jesús que es Dios asume nuestra propia naturaleza. Lo segundo que el concepto de Eucaristía y las primeras experiencias de celebración son un convocar para celebrar todos, no solo el que preside por devoción, sino vivir y celebrar la fe en una comunidad enraizada, hoy diríamos en nuestra parroquia, porque hay que sentirnos de pertenencia a ella, por eso me da pena ver que algunos sacerdotes celebran por devoción ellos solos y porque le gusta hacerlo en latín. Yo me pregunto donde están para ayudarnos a los que tenemos varias parroquias y en aquellas de nuestra Diócesis que no tienen misa porque no tienen sacerdote, es necesario pedir también generosidad en un ministerio que es para servicio de la Iglesia y no un titulo que usamos para nuestro capricho. Lo tercero es como comienza el decreto del Concilio Vaticano II sobre la Sagrada Liturgia. “Esta tiene la función de guiar al pueblo de Dios en su peregrinar por la tierra”. Pero para esto hay que entenderse. Porque la liturgia es ante todo comunicación y hoy sería necesario hacer un esfuerzo, incluso en las homilías para explicar los distintos signos que se usan en la Celebración de la Misa. Por todo esto yo creo que la misa como celebración por parte del ministerio del sacerdote y de los seglares se da en una comunidad concreta donde en ella se dan todos los signos de la Iglesia Universal: Una, Santa, Católica y Apostólica. Hacer piruetas en el pasado y volver a los fondos sentimentales de nuestras Parroquias es desconectar con el hombre y la mujer de hoy. La Iglesia es guiada por el Espíritu Santo y por eso siempre se actualiza. Dios quiera que los cristianos y los grupos más conservadores de la Iglesia no abran los bellos recuerdos de nuestros museos. La fe es viva y no se puede encerrar. Vivamos en una Iglesia de hoy, con los instrumentos de hoy, con nuestra lengua de hoy y sirvamos a los hombres y mujeres de hoy. Los de ayer ya no están".