lunes, 17 de septiembre de 2007

SE ESCUCHAN LOS AULLIDOS. BENEDICTO CONTABA CON ELLO DESDE EL PRIMER DÍA DE SU PONTIFICADO

Como era de esperar comienzan a hacerse públicas las distintas reacciones ante la entrada en vigor del Motu proprio de Benedicto XVI sobre el uso del Misal de 1962. Lógicamente las que más nos interesan son las reacciones episcopales. Hay de todo: abierta oposición, acogida favorable y también descarada hipocresía, consistente en hacer profesión pública de obediencia al Papa, pero intentando por todos los medios poner todas las trabas para defenestrar e imposibilitar la aplicación del Motu proprio. Ha habido "lobos" que se han envalentonado anunciando que en su territorio mandan ellos. Ha habido "lobos disfrazados con piel de oveja"que se han puesto manos a la obra para hacer lectura del Motu proprio haciéndole decir lo que no dice con el fin de reventarlo. Exactamente igual que hicieron con la letra del Concilio distorsionándola y dinamitándola con la treta del "espíritu del concilio". Ha habido otros que más bien son "perros mudos", que ni aullan, ni ladran, ni se sabe que piensan, si es que piensan algo que valga la pena. Estos se dedican a olfatearse a sí mismos. Ha habido también buenos Obispos, Pastores según el Corazón de Cristo, que se han puesto manos a la obra, aprovechando la ocasión para recuperar los tesoros de la Tradición, sin por ello rechazar cuanto de bueno se ha hecho en los últimos años. Es ya de por sí una vergüenza la desobediencia en la Iglesia, espíritu opuesto y del todo contrario al de Cristo "que por nosotros se hizo obediente hasta la muerte y una muerte de cruz". Pero la desobediencia, la sordina a los deseos del Papa, y la resistencia subterránea por parte de algunos obispos son actitudes tan pérfidas que claman al cielo. ¿Se han olvidado que también ellos tienen que obedecer? ¡Son los primeros que deben obedecer! ¡Lo han prometido, pues que lo cumplan! ¡Obedezcan Señores Obispos, obedezcan al Vicario de Cristo! ¡Obedezcan a aquél que ha sido puesto como roca y fundamento visible de la unidad de la Iglesia! ¡Abandonen de una vez la herejía del conciliarismo! ¡De ninguna manera pueden ustedes presentarse en sus diócesis como una autoridad alternativa a la del Romano Pontífice! El Papa no es uno entre iguales en el cuerpo episcopal. Él es Pedro, la Cabeza visible, el único que tiene la suprema potestad sobre todas las Iglesias, el Pastor de los fieles y de los pastores. Es de Pedro de quien emana la legitimidad del triple munus episcopal para, una vez recibido, colaborar con Pedro y bajo Pedro a la edificación de la Iglesia. "Definimos que la Santa Sede Apostólica y el Romano Pontífice tienen el Primado sobre todo el orbe y que el mismo Romano Pontífice es el sucesor del bienaventurado Pedro, príncipe de los Apóstoles, verdadero Vicario de Cristo y cabeza de toda la Iglesia y padre y maestro de todos los cristianos; y que al mismo tiempo, en la persona del bienaventurado Pedro, le fue entregada por nuestro Señor Jesucristo plena potestad de apacentar, regir y gobernar a la Iglesia universal, como se contiene hasta en las actas de los Concilios ecuménicos y en los sagrados cánones" (Concilio de Florencia, 694) El Papa tiene jurisdicción sobre todos los obispos, por lo cual es superior ordinario e inmediato de todas las diócesis y de todas las iglesias del mundo. (Vaticano I)