martes, 13 de marzo de 2007

MIRA QUE BIEN VA LA YENKA Y QUE GRACIOSA ES LA YENKA

De manera ocurrente y simpática alguien bautizó el día siguiente al del sorteo del gordo de la lotería nacional como el día de la salud. Todos los "perdedores" se autoconsuelan con un "bueno, no nos ha tocado este año, pero lo importante es tener salud".
En los comentarios que he ido leyendo a lo largo del día respecto a la tan esperada "Sacramentum Caritatis" he visto reproducida la actitud del día de la salud. Aquí no se consuela el que no quiere. Pero, adelante; me parece muy bien el ejercicio de autoconsuelo. ¿Para qué vamos a desilusionar al personal?...
Los que "temblaban" ante la posibilidad de un repliegue litúrgico han respirado a fondo y con alivio. Y los que tenían puesta su esperanza en un Ratzinger restaurador miran con lupa y purgan cada línea para encontrar materia que los libre de la desesperación: "fíjate... el Papa escribe que los seminaristas aprendan latín". Casi, casi como un día después de elecciones; aunque hayan perdido todos dicen que han ganado.
He leído el documento detenidamente. A medida que avanzaba no podía evitar que viniera a mi mente la famosa letrilla de la yenka: "Esta es la yenka que se baila así: izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante y atrás, un dos tres. Mira que bien va la yenka y qué graciosa es la yenka". En fin, que la graciosa yenka te da un buen meneo al cuerpo pero te deja en el mismo sitio donde estabas. ¿Y para esto tanto meneo? ¿Para esto tanto mover la cancarria?.
Reconozco que me ha asaltado la tentación de ser "politicamente correcto"y dar comienzo a una serie de artículos de fondo intentando cantar todas las palinodias de la yenka que acabo de leer. Quizás quedaría medianamente bien ante los sufridos lectores de este pobre blog. Pero no quedaría a gusto conmigo mismo. Y, con toda verdad, no quedaría bien con Aquél que sabe lo que realmente pienso. Por eso no puedo ceder a la tentación y he de hacer un acto de sinceridad.
Esto es lo que ha pasado por mi mente y por mi corazón: ¿Para esto han hecho falta diecisiete meses de espera?. Ciertamente se demuestra que las cosas de palacio van despacio.Vamos, que las tortugas son dignas de una medalla olímpica. Diecisiete meses son muchos meses para hacer entrega de un documento. A estas alturas en la mente de la mayor parte del pueblo de Dios el Sínodo está ya en el baúl de los recuerdos.
¿Y este era el documento tan polémico y de vital importancia que el Papa estaba preparando, luchando contra viento y marea?. Pues, por bien poca cosa se levantan tempestades en el Vaticano. Si quieren saber lo que son tempestades que se acerquen a las parroquias... Lo suyo, entonces, es una tormenta en un dedal.
No voy a negar que la Exhortación recoge una doctrina hermosa y profunda sobre el Misterio eucarístico. Sí, pero no supera en profundidad a los documentos anteriores , y más recientes, sobre el mismo tema. La doctrina estaba ya perfectamente definida. El problema era y es la práctica de la celebración. Me temo que "Sacramentum Caritatis" nos deja como estábamos. Incluso me atrevo a decir que fue mucho más valiente y profético "Redemptionis Sacramentum". A todas luces puso mucho más el dedo en la llaga.
¿Para esto ha hecho falta un Sínodo?. Leyendo las intervenciones de muchos Padres sinodales, esta Exhortación es como una gaseosa sin gas. Vamos, que no responde a sus preocupaciones, o al menos no ofrece garantías de que nada se vaya a solucionar. ¿Habrá nacido "Sacramentum Caritatis" con clara vocación de engrosar ya desde esta misma tarde el archivo de los despachos parroquiales?. Tristemente me temo que sí.
Quien lea con detenimiento se dará cuenta que en su parte más práctica no deja de ser una mera declaración de buenas intenciones. Pero con sólo buenas intenciones no se gobierna ni la Iglesia, ni un país, ni siquiera la casa de uno. Es exactamente, calcada, la línea de Pablo VI, quien estaba persuadido de que el Papa sólo debía exhortar. Evidentemente es un gravísimo error, cuyas consecuencias todavía estamos sufriendo. ¿Se imaginan un presidente de gobierno que sólo se dedique a exhortar? ¿Se imaginan un país donde el legislativo, el ejecutivo y el judicial se dediquen sólo a exhortar?. Vamos, que eso en vez de un país sería una merienda de blancos, la tasca de la Bernarda.
Benedicto XVI en el documento exhorta, anima, sugiere, aconseja... ¿En algún momento se decidirá a mandar?. Sí, alguno fruncirá el ceño. Pero es que Cristo no ha puesto un jefe de la Iglesia para que sugiera, sino para que mande y gobierne. Bien es cierto que la Exhortación no es un texto jurídico. Pero, ¿se traducirá el documento en normas concretas y operativas?. Permítanme que lo dude y lo desconfíe. El tono es más bien de absoluto refrendo a cuanto se viene haciendo, sin revisionismo de ningún tipo. Únicamente insiste en que todo lo dispuesto hasta ahora si se ha hecho mal en algunos sitios, en adelante se exhorta a que se haga mejor. Vamos, que para esto no hacía falta un Sínodo ni un documento cuyo parto ha tardado diecisiete meses. Era suficiente con mandar desempolvar el Enchiridium liturgicum. No crean que aporta mucho más. Es decir, más de lo mismo...
Estoy al tanto de que muchos estaban abducidos por los ensayos de Ratzinger sobre liturgia. Confiaban en que ahora había llegado su hora para como Papa poner en práctica cuanto había escrito. A los hechos me remito: después de dos años de Pontificado no ha sido capaz siquiera de que la cruz del altar de la confesión en San Pedro esté en el centro del altar, tal y como él mismo defiende en sus escritos - es el mismo Ratzinger el que pone el ejemplo y menciona el altar de San Pedro-. Sinceramente, considero que dos años no son dos días.
¿Han conseguido los lobos asustar y paralizar al Pastor?... ¿Será que no se le puede pedir que él mismo sacrifique a su criatura?...No olvidemos que también él es de la generación en la que el revoltijo litúrgico logró imponerse sobre la verdadera reforma litúrgica.
En fin, no se tomen nuestras "críticas" como desafecto al Santo Padre. Ni mucho menos. Le queremos de todo corazón, pero sin quitarnos la cabeza junto con la gorra.