lunes, 23 de abril de 2007

LA CENA DEL CORDERO

"La invitación al convite de Cristo, que sigue a la preparación privada del sacerdote, y precede al acto de humildad anterior a la Comunión, termina, en el Misal de Pablo VI, de la siguiente manera:Beati qui ad cenam Agni vocati sunt. Palabras que falsamente se traducen por dichosos los llamados a esta cena ( hoy en día, dichosos los llamados a la cena del Señor. N.R.).
No se trata de "esta" cena, sino que se trata de la Cena del Cordero, que es el cielo (cf. Ap 19, 9), es decir, la gloria eterna prometida por Cristo a cada uno de los elegidos inmediatamente después de la muerte terrenal o inmediatamente después de haberse purificado en el Purgatorio.
La Eucaristía es, en efecto, prenda y garantía de la bienaventuranza eterna (cf. Jn 6,54). Sin embargo, la traducción "oficial" española silencia aquí también el cielo (no interesa hablar de los novísimos), cuya prenda es la Eucaristía, a la par que reduce a ésta aun simple banquete entre hermanos: Dichosos los llamados a esta cena. He aquí la verdadera traducción: Dichosos los llamados a la Cena del Cordero. ( Daniel Boira. Revista Roma).
A pesar del cambio en la traducción: Dichosos los llamados a la Cena del Señor, dice ahora, sin embargo, sigue sin percibirse el matiz de la bienaventuranza futura. La inmensa mayoría de los fieles, y nos atrevemos a decir que también la inmensa mayoría de los sacerdotes, están pensando en la "Cena" que están celebrando en ese momento, y a lo más en la participación en la Sagrada Comunión que viene a continuación.
¡Qué importantes son los matices, incluso en orden al enriquecimiento de la espiritualidad de los fieles!.