martes, 24 de abril de 2007

LA CONSAGRACIÓN DEL PAN Y DEL VINO ( I )

Cuando nos detenemos a examinar la gran cantidad de cambios introducidos en el rito de la Santa Misa y recordamos que una de las razones esgrimidas para justificarlos eran supuestas razones pastorales, uno se queda sorprendido y llega a plantearse si esto no es una gran tomadura de pelo. ¿Podría alguien, con seriedad y con razones de peso, argumentar qué razones pastorales de peso había para atreverse a cambiar incluso las mismas fórmulas de la consagración?
LLegará el día en que se haga la luz y entonces sabremos las razones verdaderas que inspiraron todos los cambios habidos y por haber de esta reforma que, por otro lado, no acaba nunca.
Hace unos meses la Santa Sede hizo pública su decisión de que la traducción "por todos los hombres", en la consagración del vino, sea corregida en todas las lenguas que así de mal han traducido el "pro multis".
Un nuevo motivo para quedarnos perplejos. Pero, ¿no era esta la maravillosa reforma, realizada a conciencia y con todo rigor por una cantidad de expertos como jamás se habría visto en la bimilenaria historia de la Iglesia? Y resulta que, casi cuarenta años después, todavía hay que andar echando parches y corrigiendo el maravilloso rito de Pablo VI y de su todopoderoso valido Bugnini.
Lo que asombra es que no son correcciones de pequeños despistes. Este último despiste está en el corazón mismo de la Misa, en la Consagración. ¿No se habían percatado los Papas, ni los Cardenales, ni los Obispos? ¿No son ellos los "liturgos" por excelencia del Pueblo de Dios?...
Continuamos con el estudio de Daniel Boira que venimos ofreciendo.
"Pertenecen a la validez de la Consagración del pan las siguientes palabras: HOC EST CORPUS MEUM.
Para la licitud de la Consagración del pan, según el Misal de Pablo VI, en las cuatro anáforas o plegarias eucarísticas, hay que pronunciar las siguientes palabras: ACCIPITE ET MANDUCATE EX HOC OMNES: HOC EST ENIM CORPUS MEUM, QUOD PRO VOBIS TRADETUR.
En cuanto a la fórmula válida de la Consagración del vino, los teólogos se dividen en dos opiniones.
Oigamos al Ángel de las Escuelas Tomás de Aquino, al Teólogo de los teólogos, considerado por la misma Iglesia como Doctor común y universal:
"Respondo diciendo que acerca de esta forma hay doble opinión: pues algunos han dicho que de la substancia de esta forma son sólo las palabras ESTE ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE, pero no las que siguen. Mas esto parece inconveniente, porque las que siguen son ciertas determinaciones del predicado, esto es, de la Sangre de Cristo; por lo que pertenecen a la integridad de la misma locución. Y por esto hay otros que dicen mejor, que todas las palabras que siguen son de la sustancia de la forma hasta lo que sigue después: Haec quotiescumque feceritis, que pertenece al uso de este Sacramento; por tanto no es de la sustancia de la forma. Y de ahí que el sacerdote pronuncia todas estas palabras con el mismo rito y el mismo modo, a saber, teniendo el cáliz en las manos". (Suma Teológica; parte tercera, cuestión 78, artículo 3).
Por consiguiente, si nos atenemos a la opinión de los que según el Doctor Angélico, "dicen mejor", pertenecen a la validez de la Consagración del vino las siguientes palabras: HIC EST CALIX SANGUINIS MEI NOVI ET AETERNI TESTAMENTI, QUI PRO VOBIS ET PRO MULTIS EFFUNDETUR IN REMISSIONEM PECCATORUM.
Nuevo Testamento aparece en San Mateo 26,28; en San Marcos 14, 24; en San Lucas 22, 20 y en San Pablo (I Cor. 11, 25).
Eterno Testamento se halla en el Apóstol (Hebr. 13, 20).
Qui pro vobis aparece en San Lucas 22, 20.
Qui pro multis effundetur in remissionem peccatorum aparece en San Mateo 26, 28.
Qui pro multis effundetur aparece también en San Marcos 14, 24.
Para la licitud de la Consagración del vino, según el Misal de Pablo VI, hay que pronunciar, en las cuatro anáforas o plegarias eucarísticas, las siguientes palabras: ACCIPITE ET BIBITE EX EO OMNES: HIC EST ENIM CALIX SANGUINIS MEI NOVI ET AETERNI TESTAMENTI, QUI PRO VOBIS ET PRO MULTIS EFFUNDETUR IN REMISSIONEM PECCATORUM. HOC FACITE IN MEAM COMMEMORATIONEM.
El acto de la Consagración es de suma importancia. De tal forma que, si el sacerdote consagrante tuviera alguna duda razonable de no haber pronunciado alguna de las palabras esenciales de la Consagración del pan, habría de empezar a pronunciar todas las palabras de dicha Consagración sub conditione, tal como están prescritas en el Misal de Pablo VI. Exactamente lo mismo hay que decir acerca de la Consagración del vino".