viernes, 13 de abril de 2007

OSCURECIMIENTO DEL DOGMA DE LA TRANSUBSTANCIACIÓN

"En la primera epíclesis de la segunda Plegaria eucarística, donde dice el Misal de Pablo VI ut nobis Corpus et Sanguis fiant Domini nostri Iesu Christi, la liturgia "oficial" castellana traduce de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo nuestro Señor, en lugar de para que se nos conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo nuestro Señor".
Notemos que la traducción castellana oscurece el dogma de la transubstación del pan y del vino en el Cuerpo y en la Sangre del Señor. A ello contribuye en primer lugar el empleo del verbo ser. No es lo mismo pedir que el pan y el vino sean para nosotros Cuerpo y Sangre del Señor, que pedir que se conviertan en el Cuerpo y en la Sangre del Señor. En este caso el verbo convertir hace referencia explícita al dogma de la transubstanción, según el cual la sustancia del pan y del vino desaparecen para hacerse presente en las especies sacramentales la substancia del Cuerpo y de la Sangre de Cristo: Cristo presente real, verdadera y substancialmente, con su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad.
La fórmula "oficial"no ofrece dificultad alguna para que pueda ser aceptada por los protestantes. De hecho hay comunidades protestantes que la utilizan sin dificultad alguna. No ocurre así con la traducción correcta.
En segundo lugar, contribuyen también al ocultamiento del dogma las palabras "de manera que sean para nosotros". Ese "para nosotros" introduce el subjetivismo y una concepción absolutamente protestante del misterio eucarístico.
El milagro de la transubstanciación hace que objetivamente se hagan presentes sobre el altar el Cuerpo y la Sangre de Cristo, operándose verdaderamente una conversión en las especies. No son "para nosotros" los creyentes sino en sí mismas Cuerpo y Sangre de Cristo. La presencia de Cristo en las especies consagradas no se reduce a una presencia espiritual, ni es una presencia subjetiva: para la comunidad. Es una presencia, como venimos diciendo, substancial, verdadera, real. La Eucaristía no representa a Cristo sino que es el mismo Cristo.
Nos econtramos en el núcleo mismo de la fe que diferencia a los católicos de los protestantes.
No es una cuestión de palabras, de importancia menor. Se trata, como afirmaba Santo Tomás, que se peca contra la fe no sólo negándola sino también ocultándola o silenciándola.
A fuerza de repetir y escuchar fórmulas dudosas, o como es el caso erróneas, se pone en peligro la fe de los creyentes que pueden acabar olvidando aquellas verdades que no se afirman explícitamente y con claridad.