martes, 15 de mayo de 2007

ADORACIÓN Y PRESENCIA REAL

"En la misa de San Pío V después de la primera Consagración, seguro de no sostener ya entre sus manos el pan, sino el verdadero Cuerpo de Cristo, el sacerdote dobla la rodilla para adorar a su Dios; luego levantándose, eleva la Sagrada Hostia para presentarla a la adoración de los fieles arrodillados, y la adora de nuevo tras haberla depositado sobre el corporal que representa la mortaja y recuerda la realidad del cuerpo.
En la nueva misa todo ha cambiado. Como si nada hubiera sucedido, el sacerdote, sin adorarla, levanta la Hostia, la presenta a los asistentes, luego la deposita no sobre el corporal, sino sobre la patena y solamente entonces dobla la rodilla.
El católico, aun si le molesta este nuevo modo de proceder, no queda necesariamente turbado en su fe, pues se dice: La presencia real no depende que se multipliquen o se disminuyan los signos de adoración; y para él, que asiste a la nueva Misa con la fe católica, Cristo está presente en la Hostia desde que se pronuncian las palabras de la Consagración.
No, declara el protestante que asiste a la nueva Misa con la fe luterana; la presencia de Cristo no se produce por las palabras del sacerdote, sino por la fe de los asistentes. Además, añade el protestante, ya lo han visto, el sacerdote no ha adorado, como lo hacía, sin motivo, en el antiguo rito. ¿Por qué ha suprimido la Iglesia la primera genuflexión? Porque por fin ha comprendido que la doctrina de Luetro estaba justificada. Únicamente por la fe de los fieles se hace Cristo presente espiritualmente en la Hostia; por ello, ahora el sacerdote presenta primero el pan a los fieles y solamente después hace la genuflexión, ya que solamente después, se hace presente Cristo.
Aquí tampoco decimos que la nueva Misa enseñe esta doctrina luterana. Sólo decimos que el cambio introducido por la nueva Misa permite esta interpretación luterana, justamente porque permite esta interpretación, confesaron los luteranos la posibilidad de celebrar su culto con el nuevo Ordo Missae de Pablo VI.
Este cambio introducido para la consagración del pan se reproduce para la consagración del cáliz, sólo que esta vez renueva el equívoco agravándolo por el desplazamiento de las palabras: "mysterium fidei". ( "FORTS DANS LA FOI". Revista Roma)