En la conferencia impartida por el Cardenal Carlo María Martini, con motivo del Capítulo General de los Hermanos de las Escuelas Cristianas celebrado el pasado mes de mayo en Roma, el Prelado expone lo siguiente refiriéndose a las perspectivas eclesiales hoy:
"Considerando el caminar de la Iglesia, me cuesta trabajo que la Iglesia no haya descubierto, con plenitud, su poder de atar y desatar. Esto afecta tanto el camino de la penitencia como el sacramento de la penitencia que la Iglesia ha de proponer siempre a sus fieles, u otros sacramentos como el del matrimonio. Soy muy consciente de los matices que se debieran tener en cuenta y de todas las consideraciones que habría que hacer. No las podemos tratar aquí, esto sería más bien responsabilidad de los obispos o de un futuro Concilio".
1. ¡Esto es inaudito! Resulta que la Iglesia no ha descubierto, con plenitud, su poder de atar y desatar. Osea que la Iglesia lleva dos mil años con un poder que Cristo ha puesto en sus manos y no sabe cómo utilizarlo, no sabe manejarlo, no sabe qué hacer con él. ¡Pero, lo sabe Martini! ¡La Iglesia no!
A Martini le cuesta trabajo que la Iglesia no haya descubierto, con plenitud, su poder de atar y desatar. ¡Pues a mí como católico e hijo de la Iglesia me cuesta trabajo creer que Martini lo haya descubierto y la Iglesia no!
¿Pero, qué hace el Espíritu Santo que se dedica a guiar a Martini hasta la verdad plena y deja a la Iglesia desorientada, sin saber qué hacer con el poder de atar y desatar?
Señores, esto sí que se llama "fe", "humildad" y "amor a la Iglesia". Y esta Eminencia es la que en la misma conferencia decía que "nunca ha habido en la historia de la Iglesia un período tan hermoso como el presente en el que la Iglesia, geográfica y culturalmente, se ubica de modo substancial en la unidad de la fe (exceptuando el tradicionalismo de Lefebvre)...
Claro que es un período hermoso, y tan hermosísimo para algunos... porque aquí puede uno decir tamañas barbaridades y no pasa nada, o sí pasa, pues todavía aumentará el número de invitaciones a disertar en más Capítulos generales.
Eso es justamente lo que un Cardenal tiene que decir a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, a las Ursulinas y a toda la Congregación para la Educación Católica: miren ustedes, déjense de mandangas y enséñenle a los niños de sus colegios que la Iglesia no ha descubierto, con plenitud, su poder de atar y desatar.
Vamos, como para irse a matricular a la escuela de enfrente y apuntarse a la educación para la ciudadanía.
Ha dado en el clavo. Eso es justamente lo más urgente que un Cardenal tiene que decir a unos Religiosos.
2. Lo que nos deja su Eminecia sin saber es qué quiere atar que la Iglesia no ata, y qué quiere desatar que la Iglesia no desata. Es como el que tira la piedra y esconde la mano. Vamos, que esta es la táctica de todo este estilo de personajes que tanto vienen abundando en la Iglesia contemporánea. En realidad son ellos los que ni se atan ni se desatan; dicen, pero no dicen...
No nos lo dice a las claras, pero no somos tan pánfilos como para no intuírlo.
¿Quiere desatar de una vez por todas el paso a las absoluciones generales? No lo dice, no lo sabemos. ¿Lo dice sin decirlo?... ¿Ven ustedes? Es siempre la misma táctica. Esto mismo viene pasando y causando estragos en Seminarios, Noviciados, Facultades de Teología, Escuelas para seglares. Lo dicen, pero no lo dicen. Lo dicen sin decirlo, y si alguien dice que lo han dicho lo ponen por mentiroso, por tradicionalista, por estrecho, por corto, porque ellos , realmente, lo han dicho, pero sin decirlo. De esta forma "siempre ganan", siempre están a seguro; minan la Iglesia , pero viven de ella. ¡E incluso la representan!
Si es eso lo que su Eminencia quisiera desatar le pediríamos que volviese a leer, ahora que quizás tenga más tiempo, algo tan sencillo como la "Reconciliatio et Paenitentia". Quizás le ayude a atar bien las ideas y a desatar elucubraciones mentales poco convenientes.
3. ¿Querría que la Iglesia desatase la indisolubilidad matrimonial?
Pues, tampoco nos lo dice. O quizás también lo diga sin decirlo. Más de lo mismo.
¿Querría desatar el paso para el acceso a la Sagrada Comunión de los divorciados vueltos a casar?
Según el Cardenal "esto sería más bien responsabilidad de los obispos o de un futuro Concilio". ¿Por qué? ¿Sería esta la manera de "presionar" y "obligar" al Papa mediante un nuevo Concilio pastoral y no dogmático? ¿Podría esconderse debajo de estas palabras la desviación del conciliarismo o una definición de la Colegialidad episcopal para nada compatible con la fe Católica respecto al Primado del Vicario de Cristo? ¿Se trata de un aviso para navegantes que incita a los modernistas a proseguir en la lucha con la esperanza de llegar a "doblegar" al Papa?
Posiblemente que quisiera todas estas cosas, posiblemente, aunque no lo sabemos. Y posiblemente, también por esto y por cosas parecidas, el Señor no haya querido que llegara a la Sede de Pedro. Pudiera ser...aunque tampoco lo sabemos.